viernes, 30 de septiembre de 2011

Ellos


Mediodía, el aire caliente seca las gargantas de los paseantes, nubla las mentes y despierta el mal humor. El piensa que bajo este sol todos parecen lagartijas, todos menos Ella que ya se acerca, con su prisa de siempre, con esa inoportuna tardanza habitual, que luego cambia a oportuno alivio de verla llegar.
Si la espera siempre terminara en ella, el podría hacerse experto en el tema, no le importaría tener que golpear su talón contra los adoquines del parque unos dos o tres días, mientras mira el reloj cada treinta o cuarenta segundos y escarba con sus ojos ansiosos entre el gentío, buscando esa aguja blanca y menudita en el pajar de la ciudad.
Ella está a varios metros de distancia y El se levanta,  sin más preámbulo que el movimiento de su palma, a modo de saludo, le habla a viva voz.
- Antiguamente se  pensaba que la sombra era una continuación del cuerpo y si rozaba la sombra de una mujer o su cuerpo, o la de ésta rozaba al hombre o su sombra, era como haberse unido de forma fugaz, así ningún hombre o mujer estaban solos,  y todos eran felices-
Ella, que se extraña y no, le mira y se acerca, en voz baja y con un beso en la mejilla, pregunta de inmediato casi en su oído. - ¿En qué cultura era eso? –
El  le responde a viva voz.  – No, antiguamente en mi cabeza, según recuerdo, hasta que tú viniste y dejé de pensar en sombras, para  vivir con esta parte del cuerpo, de carne y hueso, que tiene más cosas para  hacer, y además tiene voz y sonrisa-
Varias personas a su alrededor los miran, algunos sonríen tímida y maliciosamente, siguiendo su conversación, quizá por pereza o por olvidar un poco sus vidas, El lanza sus brazos al cuello de Ella, para que todos miren que la ama y es feliz.
Ella se echa un poco atrás y suavemente se desprende de aquellas manos, evitando sus  ojos, le habla. - Que caluroso es el mediodía, mejor no me abraces, a esta hora, ni cuerpo que me toque ni sombra que me roce, es más, con este sol, ni mente que me piense.-
El, con  un ralo hálito de palabras, como si fuera a quedarse sin ellas, la toma de las manos y de inmediato la suelta, se sienta y se levanta, y tratando de buscar sus ojos, le habla. - Es mala hora para vernos, si no fuera por tu prisa de hablar conmigo, últimamente corres demasiado, ayer soñé que tenias patas de avestruz en lugar de pies y tus ojos brillaban como los faros de los coches deportivos.
Ella, muy seria, le responde de inmediato.  – ¿Y tú que eras en el sueño?-
El, con una risa a media asta y los ojos como aves derribadas, le contesta. – Una tortuga lenta pero sabia, que una vez le ganó a una liebre, pero nunca se repuso del cansancio de aquella carrera, y decidió tostarse al sol un mediodía cualquiera, a esperar que una mujer avestruz le arrollara. La esperó exactamente treinta  minutos, hasta verla haciendo remolinos con sus pies  y regates con el bolso entre la gente, preocupada y pensativa, como si los insectos que mataba en su carrera realmente le preocuparan.-
Ella lo mira.  - ¿Que me querés decir?-
El, con una piedra de amargura obstruyendo su garganta.   –  Que ya sé a lo que viniste -
Ella, sin ningún signo de emoción  en la voz.  – Entonces no hay nada más que hablar-
Al mediodía el sol busca posarse en el centro de universo, y todas las sombras desaparecen. Solo aquellos que viven con la otra parte, la de carne y hueso, que tiene más cosas para hacer, y además tienen voz y sonrisa, sobreviven.
Por eso El, solo pudo dar tres pasos , luego desapareció en una nube de polvo que subió al cielo.
Hubo un eclipse, Ella puso su luz larga y se perdió a toda marcha, en la extrañeza de aquella oscuridad.

martes, 27 de septiembre de 2011

Tonto




No me mires a mí,
de acercarme a lo que no soy
voy conociéndome,
si no entiendo de otras cosas
es porque soy tonto.

Mejor busca en los libros,
en los ojos de Jesús,
en la mente de los hombres
que dividen el átomo.

Busca en los bares
y en las esquinas del centro
a esos genios perdidos.

Busca en las palabras de los críticos,
en los ojos de los búhos
y en las lenguas muertas.

Busca donde quieras
y  no vengas a contarme,
si no entiendo de esas cosas
es porque soy tonto.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Sin titulo



Como encontraré
el alma o los zapatos
entre los rincones
de este laberinto.
Las plantas se secarán
en tu ausencia
y los perros se morirán,
nos moriremos.
Yo mismo quedaré perdido
donde pararon las llaves
los poemas viejos,
la tortuga.
Ya nadie habrá
que me busque
en el polvo
o en las esquinas muertas
para darme un beso,
un plato de sopa,
una estampita,
mientras toca mi frente
para saber si muero.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La canción de los diablos

Yo escuché a los prisioneros por primera vez en 1990, y la primera canción que escuche de ellos, fué Corazones Rojos, quedé enamorado de sus letras políticamente incorrectas y su posición no complaciente, porque todo lo que decían era verdad y la forma en que lo decían era la forma en que se debe decir la verdad, desde abajo y dicha por los de abajo, por nosotros los feos, los deformes, los diablos de la historia, a los que nos enseñan que hay una forma de vivir hermosa y perfecta, a la cual no pertenecemos pero debemos admirar, imitar y respetar, porque los dioses de este mundo saben tanto, que pueden inclusive decirnos como sentir, y qué es o no es arte. 
Ayer leí la noticia de que el disco Pateando Piedras cumplió 25 años, así que me dí unas horitas para escucharlo un par de veces, sobre todo esta canción, que dió sentido a mi vida muy jovencito, y me enseñó que con cierta gente no se compite, solo basta ignorarlos, que defequen en sus letrinas de oro aunque su olor no se lo aguanten ni entre ellos.
Asi que aquí les dejo la canción, ademas de un poema que escribi en honor a Jorge Gonzalez y compañía, salud Prisioneros!!!!!!!!!





Una fealdad exótica
pero no especial
nos  deparó la vida.

Fuimos  amaestrados
como animales de granja
para reproducir esclavos
que sirvieran a la patria.

Nos  enseñaron a leer
para que admiráramos
la inmensidad de sus letras,

a escribir para emular
sus tratados filosóficos
sus cantos y sus poemas .

Nos llenaron de teorías
costosas de practicar
para hacernos  creer
que la vida era compleja.

Teníamos que morir
asaltando sus casas
para justificar el control
por medio de la fuerza.

Drogarnos  en la esquina
para que ellos nos llenaran
de animales armados
que nos vigilaran de cerca.

Deben ser horribles, decían
para enaltecer nuestra hermosura,
ingenuos y estúpidos
para reivindicar nuestra grandeza.

Una fealdad exótica
pero no especial
nos  deparó la vida.

Aprendimos a leer para leernos
a escribir para escribirnos
y en nuestra falta de estilo
hallamos la belleza.

A falta de lienzos
invadimos sus muros
con palabras salvajes
llenas de grandeza.

A fuerza de conjuros
y dulce imperfección
hicimos nueva música
para aturdir sus cabezas.

Que los dioses bailen arriba
ya no nos preocupa a los diablos
la deformidad seguirá creciendo
en este infierno encantado.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Home sweet home



Recuerdo las reuniones familiares.
Temas ingenuos pero cargados de todos aquellos prejuicios que hay en las familias medias de mi país, además del fútbol, Maguiversh, los Magnificos, y toda la basura que las televisoras nacionales nos han metido siempre en la cabeza para poder seguir al aire vendiéndonos publicidad.
Recuerdo a mi madre hablándonos del fin del mundo, de los tres días de oscuridad y de Jesús.
No había una sola reunión de aquellas donde no le hablara al aire, podía repetir cien veces la misma cosa, gritarlo, decirlo bailando o llorando, pero nadie me ponía atención.
Yo quería que se rieran, que me hablaran o que al menos secundaran alguno de mis diálogos.
Como no pasaba, en lo único que pensaba era en ser mayor, porque a los mayores no les dicen que está prohibido meterse en las conversaciones, se ponen atención entre si, deciden qué ver en la televisión y no se les prohíbe ver el Chavo del 8.
Quería ser muy mayor, de hecho, porque la vida de los adolecentes era una mierda y la única salvación a esa mala etapa de la vida, parecía ser llegar a los dieciocho, o al menos eso parecía: cuando mis hermanos adolescentes se quejaban de que no podían ir a jugar al fútbol, o a un baile, o inclusive a la esquina de la alameda, mi padre les decía que cuando tuvieran  su cédula, podrían hacer lo que quisieran, y que mientras tanto, se debían someter a su regla de oro, que era cero salidas, para eso van al colegio y a la pulpería, si todos los días salen al colegio, para que quieren salir más?
La primera vez que me pusieron atención, fue precisamente en un programa de TV de concursos, participé de payaso y gané el primer lugar, aunque el lunes, en la escuela, todos mis compañeros dijeran que ese no era yo, como podía, ese al que todos pegaban, ser un primer premio en la TV?
Por el maquillaje que llevaba encima, no hubo forma de probar mi identidad y recibí una paliza de un compañero, no hablé más del tema. Me gane una canasta de productos de los patrocinadores y una radio casetera roja que no olvidaré.
En fin, seguía sin captar a nadie, era invisible.
En segundo grado de la escuela, por azahares del destino, cayó en mis manos una carta de una de mis hermanas adolescentes, era para uno de sus novios y desbordaba  todo tipo de esas sandeces que podía ser capaz de plasmar en un papel una jovencita enamorada que en los ochentas iba a la pastoral y escuchaba radio Columbia.
Cosas como: sabes (puntos suspensivos) no puedo vivir sin ti, ese es de los que más recuerdo, porque me parecía como si causara un efecto literario de gran impacto, con los puntitos suspensivos y todo eso.
Saben… creo que sin quererlo, mi mente, siempre buscando nuevas aventuras mentales para matar la desidia del niño encerrado y sin amigos, empezó a tejer una nueva cruzada imaginaria para sacarme del letargo.
Resulta que por aquellos días tenía una vecinita de mi edad, con la que todos en la casa me molestaban, decían que me gustaba, pero les juro, ni siquiera me pasaba por la mente tal cosa, mas luego del descubrimiento de las cartas decidí enamorarme de ella y escribirle.
Luego todo fue cuestión de tiempo, en mi casa descubrieron las cartas, las leyeron en una reunión familiar y me ridiculizaron largamente, además, empezaron una especie de cacería de cartas de amor para burlarse de mí cada vez que hallaban una.
Con la chica aún fue peor el infortunio, se podría decir que era una niña de mundo, ya había tenido varios novios y era más despabilada que yo.  Venía a mi casa y me pedía las cartas, y luego volvía en las noches a leerlas en coro con todos los vecinitos mientras se reían a carcajadas, y yo lloraba loco de amor y despecho en mi cuarto.
Mi mente de niño no pudo entender varias cosas en ese momento. Por ejemplo, que escribiendo había logrado la atención de todos, aunque fuera por medio de sus burlas, y que iba más allá, pues se había pasado de ser un tópico hogareño a ser un tema vecinal lo de las cartas, y por último, que había descubierto un placer morboso en el rechazo, dando cierta trascendencia a mi vida.
Agradezco a la vida que en ese momento solo era un niño, de no haber sido así hubiera salido quien sabe cuántas veces con un filo de botella, a buscar camorra y a restregarle en la cara a aquella maldita flaca que ella solo era un pretexto para escribir, como lo sigue siendo ahora, aunque ya nadie en la casa ni en el barrio me ponga atención, y más bien miren con desprecio el "defecto" de escribir: "mejor búsquese un trabajito y madure, porque el arte es una vagancia hecha para el que tiene plata y se puede dedicar a esas "tonteras".
De ahí que sea un poco payaso, un tanto triste y bastante acostumbrado a las malas críticas.


domingo, 18 de septiembre de 2011

Un desfortunado intento de hacer poesía rimada.


"Cuando el
Espíritu
Se desvanece
Aparece
La
Forma."
Charles Bukowski









Si no puedo amar

ni escribir de amor
y  amar y amor
llenan los grandes libros,

si no puedo mas
que madrear colegas,
amanecer despierto
y odiar  vecinos,

si corrijo lo correcto
y lo incorrecto tuerzo
para ver en el verso mierda
y en la mierda ver un verso,

y si hice de mi mente
mis  leyes universales
rezando en los carnavales
y bailando en los entierros,

llamando al recto torcido
llamando torcido al recto,
al menos tuve la suerte
de rimar mis desatinos.

Nunca seré un gran versado
en esto de los versos
en amor me  quede en la escuela
me sacaba siempre ceros

no me gustan los dulzones
que con feos amaneros
volvieron lugar común
hasta el coño de mis sueños.

Y menos  los sabiondos
que cantan a la poesía
diciendo como se escribe
en lugar de solo escribirla.

Ojala del cielo azul
con una nariz de pepino
cayera un pintor suicida
que les dé por el torcido.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Carta hallada en la billetera que robé a un millonario.

A ritmo de lunes negro, te repaso.  Son las tres de la mañana y por más que trato de evocar cada detalle de ti y las sensaciones que me das, para no perdonarte, no lo consigo.
Entonces trato de odiarte, imaginar si esos hombres con los que salís te sienten igual que yo, si tiemblan en tu presencia o más bien sos tú la que tiemblas, ante esas figuras adorables y lozanas que te hacen olvidar mi fealdad.  
Tampoco consigo odiarte.
Hace tiempo dejé de seguirte, no soporto verte entrar en esos  sitios perversos mientras  la noche me humilla con tos y temblor de frío.
Ahora te espero resignado, mirando de vez en cuando por la ventana, o al asecho de algún ruido de automóvil, que se detiene frente a la casa para dar paso al rugir de tus tacones sin vergüenza ni remordimiento.
Ya sé que no me quieres, y no me importa. 
Es mas, todos saben que no me quieres y que no me importa. Te dejo jugar despacio con las balas de mis celos, que me apuntes al corazón y dispares una y otra vez mientras todos ríen, pero prefiero morir de amor que morir de viejo.
Cuando vuelves te espero con una sonrisa, con un qué tal tus amigas, tu contestas con un hubieras ido, la pasamos tan bien, te mandó saludes Mariana o Camila o Liliana. 
Me pregunto si es que pones nombre a los falos de tus amantes, y estos, al penetrarte, me envían sus respetos.
Pienso en la vulgaridad de la juventud, seguramente te jalan de los cabellos, palmean fuerte tus nalgas y te llaman perra. 
Yo mismo lo hice con mis amantes cuando fui joven, cuando a fuerza de indisciplina desprecié las bodas de oro, el respeto de mis futuros hijos y el beso en la frente de un nieto.
Siento nauseas de imaginarte allí, siendo la infiel, la mecenas, la del ratito en la noche que no deben amar, porque ama tanto mi dinero que volverá conmigo y se desnudará ante mí, con asco y lástima. 
Cuando vuelves no sé cómo consigues reír, cómo haces que tus ojos brillen como si me amaras, al mirarme sobre ti, jadeante y sudoroso, mientras siento  la culpa del violador, la pena de la víctima y el sabor de la venganza al mismo tiempo.
Sabes y sé que jamás voy a dejarte, y estoy casi seguro que tú tampoco a mí, y sé que nunca te reclamaré nada, despues de todo tengo lo que siempre quise. 
Crecí cuarenta años menos que los hombres de mi edad y nací veinte años antes que tus padres, para amasar mi fortuna, y comprar tu vergüenza en un altar.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Puramierda!!! (O la segua contemporánea)




Viernes en la tarde, regreso de un nuevo aborto laboral. Son las últimas doce horas que estaré de pie, con mi pantalón negro de ropa americana y la corbata de mi hermano, en ese mal remedo de empresa, donde obligaban a los guardas a llevar manga larga para estar al sol.
Ayer vendí el microondas para pagar el departamento y hace una semana la mano de dios bajó del cielo en forma de error bancario, dejándome en la tarjeta de débito un pago doble que yo retiré sin demora, a sabiendas de que el lunes este prójimo buscaría otros caminos, para nada obreros ni provechosos.
Así  la cosa, tras pasar por dos empleos en dos semanas, tengo mis moneditas , y hay que rendirlas, ser relativamente maduro y responsable, pagarle a la doñita que me alquila ese nido de pájaro con una ventana que a 20 centímetros  tiene un muro gris que no deja ver ni el sol, y un criadero de hongos para los pies por baño.
Aún a pesar de todo, un hombre de vacaciones es un hombre relajado y feliz. Es capaz de cualquier cosa, y entre mas seguidas las vacaciones más feliz, y entre más feliz más capaz.
Me daré un margen de una semana de vagabundería antes de comprar la extra para buscar otro empleo, a semana por empresa son de tres a cuatro al mes, pero lo curioso es que las compañías de seguridad nunca se acaban, son recursos inagotables, como dirían en la escuela.
El bus se va atestado y el olor a axila en su salsa solo es interrumpido por algún culo hediondo que pasa demasiado cerca, eso me pasa por no estudiar, me encojo lo más que puedo. Nunca he soportado el roce de la gente, siempre escondo las piernas bajo el asiento de adelante y cruzo los brazos en equis aferrándome duramente al tubo de asirse en las curvas, para no tocar ni ser tocado.
Dice mi madre que cuando tenía un año tenía la costumbre de pellizcar, patear y golpear a toda la gente que iba sentada en el autobús mientras iba en sus brazos, hasta que un día me dieron una paliza que acabo con mi cariño por  los pasajeros.
Lo mismo pasó una tarde, en que mi padre acabó con mi maña de hacer cerotes de plastilina, entró a la casa y me encontró  fingiendo cagar uno, y quizás esa paliza me salvó de la coprofilia, y hasta de la coprofagia, tanto de índole físico como mental.
De ahí que no vote, ni sea religioso, ni asista a grupos sociales, ni me guste el roce en los buses.
Volviendo al tema, el bus va lleno, yo miro al piso entre relajado y molesto, y justo a mi lado, de pie, una chica un poco gorda, con ropa de secretaria, está  a punto de tocarme.
Y porque no?  A ver qué hace la niña, relajo mis brazos y mi antebrazo y hombro se posan en su coño y su entrepierna, su calor me resulta agradable, mas aun cuando muy sutilmente, ella  aprieta un poco contra mí.
Esto está mejorando, definitivamente el buen humor nos vuelve sexis, y qué más da, al fin y al cabo, hoy soy libre y tan mío que puedo compartirme un poco.
Ella estremece ante cualquier salto del bus y en cada curva roza mi cara con sus tetas, y yo subo y bajo mis brazos, para rascarme la nariz o tocarme el pelo, solo para crear un ligero frote que caliente mas la cosa, eso sí, mantengo la cabeza baja, no quiero que los pasajeros se enteren demasiado.
Creo que mi pantalón ya deja entrever mis pensamientos, por algún extraño pudor no quiero mirar mi jareta, algo en mi calzoncillo late al unísono con los latidos de esta chica, que se acelera poco a poco mientras la mitad de mi sangre se me fue de la cabeza a otro sitio, y me parece que ya nada tiene sentido, excepto cogérmela.
Espero que no se baje antes que yo, cuando me baje le apretaré bien duro mi polla contra sus nalgas y le sugeriré al oído que se baje, ella lo hará y no le cruzaré palabra ni para preguntarle su nombre, lo haré como en las películas, hasta después de cogérmela.
Faltan unas dos o tres paradas antes de bajarme, el bus se detiene, unos bajan y otros suben, obligando a los pasajeros a moverse hacia atrás, ella queda tras de mí.
Vuelvo un poco el rostro y reconozco su blusa blanca con el rabo del ojo, suficiente para saber que ahí sigue, cerca de la puerta de salida, siento sus ojos en mi espalda, ella me desea, lo sé, te voy a coger, te voy a coger, redobla mi mente.
Llegó el momento, toco el timbre y me levanto, me hago campo entre la gente y al hacerlo observo dos cosas: la primera, gente que mira y espera el desenlace, riendo maliciosamente. Puta… se dieron cuenta.
Lo segundo es que al ver su cara por vez primera, puedo jurar que es la chica más fea que me he topado, y es más gorda de lo que al tacto y al reojo parecía.
Ella me mira con los ojos ansiosos de eso que no puedo darle, al pasar a su lado tira su pobre culo hacia atrás y mi miembro se esconde en mis entrañas, temeroso, me bajo rápidamente y tras  haber pasado a su lado, bastante nervioso, ella susurra en mi oído: “Puramierda”


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sin titulo




Tu mirada atroz
mide mis días
minuciosa.
Escarba cada surco,
predice cada cambio.
Me ensombrece
la mañana
con alas negras
y en la noche
anida cansada
en mi último pensamiento.
No puedes ser tú
y yo ser yo,
la fiebre
en la percepción
nos hace alucinar,
a ti conmigo
a mi contigo.
No es posible
que ambos
tengamos esta cara,
que ambas
compitan entre si
por ser verdad,
y fuera del espejo
ser una
que otros conocen,
desde otro espejo
y quizás mejor.
Si todo
es cuestión
de panorámica,
será nuestra propia 
cercanía
la que nos impide 
conocernos?