lunes, 3 de enero de 2011

En el barrio de la tangente.


Vivo en el barrio de la tangente. Escribir es para mi un juego, no un enigma. Vivir es el verdadero reto. Veo algunos cuya vida es un juego y adquieren como un serio oficio  el pasatiempo de escribir.
Una vez lo hacía con una chica, justo en el momento de deslecharme volvió hacia mi y me pregunto que opinaba yo sobre el holocausto, recibió como respuesta aquél relámpago blanquecino sobre su rostro y los dos reímos. Me enamoré de ella: eramos del mismo barrio.
Siempre he querido poseer la astucia de decir lo que no se debe en el lugar menos indicado y de forma tan inocente y natural que no dé  lugar a rencores, aún no alcanzo tal maestría en el juego.
Estamos en la era informativa, no es extraño encontrarse en la red con personas que se dedican a comentar  las ultimas noticias en los diarios digitales, moralizar sobre éstas y hacer comentarios sobre comentarios.  Yo rara vez lo hago, prefiero hablar de cosas sin importacia, quizás por mi tendencia hacia la irresposabilidad, la egolatría y la comedia.
En el barrio de la tangente los romances duran hasta que se van por la elocuencia, pero cada vez que vuelvo de esas correrías, recuerdo en el momento menos indicado aquellas nalgas firmes y me empalmo en el autobús justo el día en que ando sin calzoncillos, y pienso: a la mierda todo, debo llamarla… tomo el teléfono pero llamo a un amigo para hablar sobre algún proyecto artístico y lo inconveniente que sería una relación de pareja justo en este momento.
En otros lugares esto es visto como cobardía. Pero en el barrio de la tangente. ..A veces siento unas ganas tremendas de apalear personas, entonces hago un discurso sobre derechos humanos mientras bebo cafe de con una chica hippie que me miran con admiración, la fuerza física no es mi estilo, pero en mi barrio los débiles soñamos con la sangre que corre entre los dedos de los fuertes: darle al poderoso un poco de su propia medicina.
Siempre he querido poseer la astucia de decir lo que no se debe en el lugar menos indicado y de forma tan inocente y natural que no de lugar a rencores, las palabras podrían ser balas vengativas, los violentos no recibirían miedo a cambio de sus golpes, sino valor, y caerían ante algo que no tienen.
L a ultima vez que la ví tenía en la comisura de su boca algo parecido al herpes, quiso besarme y yo le dí mi mano mientras tosí repetidas veces, le dije que tenía tres meses  con esa tos, no pude evitar mirar sus labios, ella dijo que sufría de calores en el estómago, luego le conté sobre mis proyectos audiovisuales a lo que ella respondió con una vasta explicación de lo que es la diabetes y como el páncreas deja de generar insulina, luego nos despedimos dándonos la mano, tosí de nuevo y seguimos nuestro camino.
Allá en la tangente, seremos siempre novios, amigos…vecinos.

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