Pierdo la guerra.
La noche ya no es fría ni cálida
ni alegre, ni triste.
Ya no hay mas melancolía que la perdida
ni mas llantos que echar a las palomas
ni mas amor desperdiciado.
Solo queda la carcajada del vencido
que se burla de si,
la bien adquirida costumbre
de hablar a las paredes.
Cantar a solas canciones
que ayer me hicieron sangrar,
dar un paseo de tarde en tarde
para fingir que aun guardo
algún mínimo vínculo,
o que algo busco
en el trajín citadino.